sábado, 3 de julio de 2010

El encanto de la timidez (I)

Soy fuente de amor para que el vivir sea emociones compartidas, en la fuerza de la piel, que al contacto, sienta la presencia divina de pasión por amar la vida.


En ocasiones pienso que la timidez es un producto sicosocial propio de sociedades en crisis de valores que desencadenan en el ciudadano complejo de culpa, inseguridad o ansiedades.

Por ejemplo, en sociedad donde prevalece la filosofía de obtener éxito a cualquier precio, el estrés, la ansiedad, o las fobias se revelan como importantes preocupaciones; las cuales reprimen iniciativas individuales ante el alto nivel competitivo que se presenta en las escuelas, empresas u otras instancias de relaciones interpersonales.

El origen de la timidez, según los especialistas, se encuentra en un sentimiento o complejo de inseguridad. Es definida en la “Guía práctica de psicología” como “un estado emocional que se produce en ciertos tipos de personalidad y que se acompaña de síntomas vegetativos; rubor, taquicardia, ansiedad, sudoración…”.






A veces, muy estrechamente ligados con la timidez, caminan otros conceptos, como la introversión, la vergüenza o el miedo al ridículo. Mientras que la primera es una manera de encerrarse en sí mismo, una particular manera de disfrutar en solitario de todo aquello que rodea a la persona; en la segunda ya interviene el aprendizaje, y principalmente hace acto de presencia cuando el individuo cree poder cometer una acción reprobable o ridícula.

En la actualidad, según estudios de la teoría cognitiva-conductual, altos porcentajes de personas se autodefinen tímidas o afirman haber padecido timidez en algún momento de sus vidas.

Así, la timidez no es precisamente una característica con encantos, que estigmatiza y afecta la estabilidad psicológica, la satisfacción personal, y las relaciones con el entorno.

Pero si se puede aprovechar la timidez para auto controlar posibles estados de frustración o temores profundos a interactuar o expresar nuestros sentimientos.

De allí que por ejemplo la autora Martha Davis (Técnicas de autocontrol emocional, 1988) cita lo favorable que representa la prudencia es una ayuda invaluable para controlar los impulsos emotivos y facilita las interrelaciones al actuar de manera racional y cuidadosa ante hechos u opiniones.

Otra actitud favorable de las personas tímidas es que estimulan su ser interior creativo y la disposición a las artes y actividades de auto reflexión.

Es importante acotar que ser tímido no es lo mismo que ser introvertido. La persona introvertida es reservada y vive, predominantemente, hacia dentro de sí misma.

El tímido es, normalmente, una persona muy emotiva que teme actuar mal y por eso evita el contacto con los demás.

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