miércoles, 26 de agosto de 2009

La dignidad no se doblega ni se negocia (y final)

Bocono, Foto Jose M Perozo P 2006


La Dignidad se mantiene a través de la actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo; De allí que, en caso hipotético, si en toda la sociedad se decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato indigno, perseguidos, encerrados o segregados, este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.

La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos conducimos ante un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr nuestros fines personales.

El respeto como valor supone, la condicionante de que todos debemos ser tratados como un Ser Humano sin vejaciones, manipulación o usado como objeto sin considerar o menospreciar sus conocimientos, capacidades y pensamiento. En otras palabras: los hombres no deben ser utilizados y tratados como objetos. Las cosas pueden manipularse y usarse, pero la capacidad de elegir propia de un ser humano debe ser respetada.

La expresión “Trata a los otros, como quisiera que te traten a ti” es quizás la prueba fundamental del valor que la sociedad le asigna a la Dignidad Humana.
Otro valor fundamental en la Dignidad es la Responsabilidad, debemos ser plenamente responsable puesto que, a mayor responsabilidad, más dignidad se posee. EL respeto hacia los demás implica la responsabilidad por los actos individuales o colectivos que puedan en algún momento menoscabar la Dignidad

El ejercicio de las virtudes humanas en general fortalece la Dignidad, y por el contrario, cuando para satisfacer el ego personal se prefieren los vicios a las virtudes, en la medida que esos vicios son reiterados, producen la indignidad y la pérdida de la autoestima hasta límites indefinidos.

Pero no sólo los vicios provocan indignidad, sino también las acciones injustas e inmorales aisladas realizadas de forma perversa, consciente o inconsciente, contra nuestros semejantes. De allí que la calumnia, la injuria, la infamia, el odio, el rencor, la envidia, la violación, la violencia doméstica, el ejercicio desmedido del poder político, son actitudes, entre otras, desfavorables para la Dignidad.

Debemos subrayar que para adquirir y conservar la Dignidad debemos inculcar y actuar con amor, respeto y responsabilidad ante la verdad. Es de valientes y honrados actuar siempre en apego a la verdad con Dignidad. En efecto, una persona mentirosa, está destinada a perder la confianza, y la estima de los que la conocen, y a inspirar la indignidad que por su comportamiento se le atribuye.
Cuanto más fijemos la atención a los valores humanos, mas nos daremos cuenta que la Dignidad es única e indivisible de la persona humana.
Es definitivo y no admite inequívocos, todos los seres humanos merecemos ser respetados en nuestra Dignidad, no existe la distinción jurídica entre Ser Humano y persona jurídica, esta distinción es falaz y justificadora de violaciones a la dignidad.
Es notable entonces que el respeto a nosotros mismo es fundamental para consolidar la Dignidad como nuestra tarjeta de presentación social.

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