Toda relación de pareja, por lo general, se inicia con un sentimiento de atracción que surge de los deseos de cercanía de una persona hacia otra. Esta atracción se fortalece o debilita en tanto que, la relación que se establece nutre y aumenta el deseo de compartir tiempo, de expresar ideas, de mostrar cuanto de sus cualidades o “defectos” son compartidos y a cuales se aferra la esperanza de generar en la persona objeto de atención, el mismo sentimiento de atracción.
Es atracción vigorosa la energía que fluye del palpito que se siente ante la presencia de quien se elige para amar y, por no, de construir la pareja que forme un hogar de asiento de la familia que se planifica. De seguro que este anhelo potencia la relación que de inicio, es quizás el esbozo de lo que cada quien espera de sí mismo. Se elige para amar, que fácil afirmar cuando son los sentimientos que orientan los deseos, es el amor que surge en uno o en ambos para que sea solo una sonrisa expresada en la luminosidad de su mirada, lo que aliente a continuar construyendo, de a poco ese deseo de estar presente, aun en la ausencia, en la mente de quien se ama.
La pareja es discorde, diversa, contraposición de valores que en esencia sustentaran lo que del amor surge, esto es, la esperanza en la fe de vivir al calor de quien calor da a la vida.
Es respeto, abnegación, crecimiento compartido; ningún sentimiento humano puede albergar tanta felicidad que el amor al hijo o el amor a la madre, por ejemplo, y ambos son frutos del amor por el que se lucho férreamente el primer momento que, se conoció de la existencia de ese ser amado con el cual se formo la pareja.
Es difícil conjugar dos espiritualidades, dos fuerzas cargadas de la energía de dos seres humanos diferentes en percepciones, deseos, culturas, tradiciones, sueños que quizás, en la unión puedan ser divergentes. La pareja son dos fuerzas humanas que doblegan sus divergencias con la fuerza del amor que se construye día a día. De ese amor que se percibe ante la presencia de quienes lo profesan. Hay del amor que delata al amor. Es sentir que se está ante la presencia de quien de los sueños se apodera para liberarlos al deseo de unirlos a los sueños de quien se ama.
La pareja que crece al calor del amor expresa sus pasiones, deseos, anhelos, preocupaciones de forma honesta, transparente y con la responsabilidad de quien, así mismo, escucha, comprende y comparte lo que expresa su pareja. Es de seguro, la unión de pareja una incertidumbre, que solo transitan quienes se atreven al amor.
La pareja ideal, es aquella que en lo posible:
a. Se acepta tal y como es cada individualidad. Crecer es un fin común, que contribuye a vencer divergencias o diferencias.
b. Fundamenta su relación en la lealtad al amor
c. Se apoya mutuamente, evitando la dependencia. Cada Ser requiere su espacio y tiempo para crecer.
d. Desarrolla planes y proyectos comunes.
e. Valora los sentimiento, los expresan comparten y respetan.
La pareja asume el matrimonio como una ofrenda al amor constructor del vivir de esperanzas y, con la Fe que el camino trazado es resultado de anhelos por logras y energías que se conjugan para darle sentido a vivir, a soñar.
Es atracción vigorosa la energía que fluye del palpito que se siente ante la presencia de quien se elige para amar y, por no, de construir la pareja que forme un hogar de asiento de la familia que se planifica. De seguro que este anhelo potencia la relación que de inicio, es quizás el esbozo de lo que cada quien espera de sí mismo. Se elige para amar, que fácil afirmar cuando son los sentimientos que orientan los deseos, es el amor que surge en uno o en ambos para que sea solo una sonrisa expresada en la luminosidad de su mirada, lo que aliente a continuar construyendo, de a poco ese deseo de estar presente, aun en la ausencia, en la mente de quien se ama.
La pareja es discorde, diversa, contraposición de valores que en esencia sustentaran lo que del amor surge, esto es, la esperanza en la fe de vivir al calor de quien calor da a la vida.
Es respeto, abnegación, crecimiento compartido; ningún sentimiento humano puede albergar tanta felicidad que el amor al hijo o el amor a la madre, por ejemplo, y ambos son frutos del amor por el que se lucho férreamente el primer momento que, se conoció de la existencia de ese ser amado con el cual se formo la pareja.
Es difícil conjugar dos espiritualidades, dos fuerzas cargadas de la energía de dos seres humanos diferentes en percepciones, deseos, culturas, tradiciones, sueños que quizás, en la unión puedan ser divergentes. La pareja son dos fuerzas humanas que doblegan sus divergencias con la fuerza del amor que se construye día a día. De ese amor que se percibe ante la presencia de quienes lo profesan. Hay del amor que delata al amor. Es sentir que se está ante la presencia de quien de los sueños se apodera para liberarlos al deseo de unirlos a los sueños de quien se ama.
La pareja que crece al calor del amor expresa sus pasiones, deseos, anhelos, preocupaciones de forma honesta, transparente y con la responsabilidad de quien, así mismo, escucha, comprende y comparte lo que expresa su pareja. Es de seguro, la unión de pareja una incertidumbre, que solo transitan quienes se atreven al amor.
La pareja ideal, es aquella que en lo posible:
a. Se acepta tal y como es cada individualidad. Crecer es un fin común, que contribuye a vencer divergencias o diferencias.
b. Fundamenta su relación en la lealtad al amor
c. Se apoya mutuamente, evitando la dependencia. Cada Ser requiere su espacio y tiempo para crecer.
d. Desarrolla planes y proyectos comunes.
e. Valora los sentimiento, los expresan comparten y respetan.
La pareja asume el matrimonio como una ofrenda al amor constructor del vivir de esperanzas y, con la Fe que el camino trazado es resultado de anhelos por logras y energías que se conjugan para darle sentido a vivir, a soñar.
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