viernes, 22 de abril de 2011

La primera vez que...

La primera vez que te vi,

te quedaste en mi como soplo de vida para que germine el amor toda la vida




La Primera Vez, excusa perfecta para tratar una temática evadida en el seno de la familia. Siempre aclaramos que basamos toda la temática tratada en los valores que como individuos debemos observar, para convivir en Armonía con nosotros mismos y nuestros semejantes.
Una primera vez importante en la vida de todos es el amor, en este caso el referido a la persona que se selecciona para formar pareja.

La acepción primera vez la relacionamos en primera instancia a las relaciones de novio o pareja que puedan ocurrir en nuestros hijos adolescentes.

Aun cuando queramos evitarle a nuestros hijos incurran en errores, ellos al fin y al cabo tendrán que descubrir por sí mismo de qué modo pueden construir relaciones significativas y como pueden evitar el sufrimiento o relaciones negativas.

¿Qué podemos hacer como padres? Sencillamente contribuir a que se formen en valores sólidos, confianza en sí mismo, que tenga la oportunidad de sentir y dar afecto. Repito es sencillo somos como adultos responsables, los llamados a fomentar las condiciones propicias para que nuestros hijos aprendan a aprender.

Si mantenemos con nuestros hijos una buena comunicación, no habrá sorpresas con la primera vez, en la cual se generalizan aciertos y desaciertos en los cuales incurran. Se aprende del éxito, el fracaso nos deja el sabor de no cometer un error dos veces.

Se aprende en cada día con la atención puesta a nuestros actos, somos racionales precisamente porque tenemos conciencia percibir, deducir y analizar cada acto de nuestra vida. De allí que nuestra primera vez, la recuerda, es un aprendizaje anecdótico para nuestros hijos cuando somos abierto a la relación sincera y franca.

La primera vez que pisas la escuela, el primer amor, el primer beso,… el primer logro del primer paso del niño es un camino que se lleva con hidalguía cuando en la familia, cada primera vez es motivo de aprendizaje y de rostros felices porque no se tiene miedo al fracaso y se comprende el logro, como apenas paso en nuestro camino a construir.

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