viernes, 12 de marzo de 2010

Ha de Ser, nuestros hijos

Rosadas. Gabriela C Perozo, 2008


Como padres hacemos lo imposible, seguro que si, por procurar el bienestar de nuestros hijos, sin importa la edad. Tal y como nuestros padres lo hicieron con nosotros.

En algunos casos llegamos a la sobreprotección por la inseguridad del país y los queremos mantener el mayor tiempo posible en nuestra casa.

Es más, en muchos casos se casan y se quedan viviendo con los padres por los altos precios de las viviendas o simplemente el alto déficit de soluciones habitacionales del país.

En resumen, hacemos todo por seguir protegiendo a nuestros hijos. Eso está bien, es condición natural, pero estamos capacitando a nuestros hijos para que asuman su responsabilidad y puedan a futuro ocuparse de sus hijos.

No estamos acaso nosotros hoy cuidando a nuestros nietos, reiteramos, no estamos en contra de la unión familiar, solo comentamos que en ocasiones como padres no hemos sido capaz de formar hijos responsables de su propia vida.

Responsables de valerse por sí solos, lo cual implica su formación integral de Ser conciente de su rol en la familia y la sociedad. Sensible a su emociones y sentimientos, con autoestima, autovaloración y autoconcepto.

Hoy día la pecamos de sobreprotección y un rasgo distintivo de los niños que reciben demasiada protección es la falta de interés por los demás y una clara tendencia al egoísmo.

Los niños descubren sus capacidades y limitaciones a base de intentos, de éxitos y aprendizajes sobre la invalorable habilidad de sobreponerse a los reverses de la vida. Es bueno cuando se atreven a equivocarse y más sabio aun cuando saben valorar sus oportunidades

La sobreprotección a menudo priva al joven de la oportunidad de poner a prueba su potencial.

El secreto está en aprender, luchar por alcanzar lo que se desea.

Un gran ejemplo lo tienen en la tenacidad y voluntad de felicidad que como padres le imprimimos a nuestras actuaciones.

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