domingo, 16 de diciembre de 2012



Autor: José M Perozo Piña

Nuestra búsqueda… del hermoso ser humano que somos
Para encontrar nuestros propios valores y fortalezas debemos empezar a cuidar nuestra forma de ser y las relaciones con los demás. 

En nuestra cotidianidad llenamos el transitar del día de tensiones y grescas de fastidio no solamente con nosotros mismos, sino que volcamos el malestar interno sobre nuestros semejantes; les imbuimos de nuestros sentimientos de hostilidad y fiebre de mal carácter .

Nuestra búsqueda es la reafirmación del hermoso ser que somos, 
por la gracia de Dios, . 

Desperdiciamos un tiempo precisos de nuestra vida, tratando de imitar, envidiar, emular o parecernos a quienes idealizamos como exitosos. 

De seguro debe ser hermoso tener personas a nuestro lado que sean exitosas en tanto se muestran orgullosas de los que son como personas, no solamente por los bienes materiales o riquezas económicas que posean. 

Desear el éxito económico o de posesión de bienes materiales o físicos de seguro dejara fuertes sentimientos de impotencia o insatisfacción, cuando no se logra emular o igualar el relativo éxito anhelado.

El sentido de consumo y el individualismo son rasgos distintivos de la personalidad que tiende a buscar la gratificación externa. El individualismo nos conduce a ocultar sentimientos y cualidades; mostramos mascaras para no mostrar debilidad o inseguridades. Debemos ser fuertes de carácter y seguros a toda costa.

El ser que compartimos esta lleno de emociones, sentimientos y afectos, percibimos el universo de forma particular. Nos emocionamos, amamos, compartimos, nos entusiasmamos con los logros de nuestros semejantes, pero así mismo, podemos compartir su sufrimiento. De seguro que cuando comprendemos que somos seres profundamente espirituales y sociales, somos capaces de compartir sin egoísmos o envidia.

Necesitamos de quienes a nuestro lada circulan, somos individualidades que necesitamos del afecto, cariño, amistad de nuestros semejantes. Pero así mismo, ellos necesitan de nosotros.

Si, somos individualistas y consumidores; nos atiborramos de conocidos, nos ufanamos de nuestra popularidad; simplemente porque nos consideramos un producto de amplia demanda de consumo. No es que el ser popular sea malo, no se malentienda el sentido,  pero el elemento central sobre el que llamamos la atención es el ruido que produce a si mismo tantos voces que alaban o critican, que llegamos a perder tiempo de crecer y disfrutar del hermoso ser humano que somos realmente.

Dejemos que fluya la esencia de quien se reconoce a si mismo un ser digno y honesto y lleno del amor que es fuente de fe en lo que construyes y en lo que crees.

No hay comentarios: