Autor: José M Perozo Piña
Nuestra búsqueda… del hermoso ser humano que somos
Para
encontrar nuestros propios valores y fortalezas debemos empezar a cuidar
nuestra forma de ser y las relaciones con los demás.
En
nuestra cotidianidad llenamos el transitar del día de tensiones y grescas de
fastidio no solamente con nosotros mismos, sino que volcamos el malestar interno
sobre nuestros semejantes; les imbuimos de nuestros sentimientos de hostilidad
y fiebre de mal carácter .
Nuestra
búsqueda es la reafirmación del hermoso ser que somos,
por la gracia de
Dios, .
Desperdiciamos un tiempo precisos de nuestra vida, tratando de imitar, envidiar, emular o parecernos a quienes idealizamos como
exitosos.
De seguro debe ser hermoso tener personas a nuestro lado que sean
exitosas en tanto se muestran orgullosas de los que son como personas, no
solamente por los bienes materiales o riquezas económicas que posean.
Desear el
éxito económico o de posesión de bienes materiales o físicos de seguro dejara
fuertes sentimientos de impotencia o insatisfacción, cuando no se logra emular
o igualar el relativo éxito anhelado.
El
sentido de consumo y el individualismo son rasgos distintivos de la personalidad que tiende a
buscar la gratificación externa. El individualismo nos conduce a
ocultar sentimientos y cualidades; mostramos mascaras para no mostrar debilidad
o inseguridades. Debemos ser fuertes de carácter y seguros a toda costa.
El ser que
compartimos esta lleno de emociones, sentimientos y afectos, percibimos el
universo de forma particular. Nos emocionamos, amamos, compartimos, nos
entusiasmamos con los logros de nuestros semejantes, pero así mismo, podemos
compartir su sufrimiento. De seguro que cuando comprendemos que somos seres
profundamente espirituales y sociales, somos capaces de compartir sin egoísmos
o envidia.
Necesitamos
de quienes a nuestro lada circulan, somos individualidades que necesitamos del
afecto, cariño, amistad de nuestros semejantes. Pero así mismo, ellos necesitan
de nosotros.
Si,
somos individualistas y consumidores; nos atiborramos de conocidos, nos
ufanamos de nuestra popularidad; simplemente porque nos consideramos un
producto de amplia demanda de consumo. No es que el ser popular sea malo, no se
malentienda el sentido, pero el elemento
central sobre el que llamamos la atención es el ruido que produce a si mismo
tantos voces que alaban o critican, que llegamos a perder tiempo de crecer y
disfrutar del hermoso ser humano que somos realmente.
Dejemos
que fluya la esencia de quien se reconoce a si mismo un ser digno y honesto y
lleno del amor que es fuente de fe en lo que construyes y en lo que crees.
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