miércoles, 24 de agosto de 2011

Vanidad, cuanto de ella hay en cada uno de nosotros....


Si te comparas con los demás, puedes volverte vanidoso y amargado porque siempre habrá personas más grandes o más pequeñas que tú.
(Desiderata)



Vanidad, cuanto de orgullo por cosas vanas llena de regocijo los egos de quienes basándose en los aspectos más superfluos de la vida se envilecen y humillan a quienes a su lado están. La vanidad llena de regocijo esos egos que hacen que cada ser sienta que el mundo gira en torno a ellos, que las demás personas valen en tanto resaltan atributos asignados por medio de la adulación, más que por méritos propios. La vanidad nos aleja de la realidad.

La vanidad hace arrogante al orgullo hasta convertirlo en el deseo absoluto de ser admirado, quizás por cualidades no cultivadas en personas que llenas de la adulancia, de quienes por condescendencia, consanguinidad o sumisión le otorgan valoraciones que el vanidoso no posee. El vanidoso tiende a la petulancia o pedantería, confirmando que simplemente es un dejo de inseguridad que le lleva constantemente a autoproclamar sus virtudes.

La vanidad está acompañada de la ostentación, el afán excesivo de ser admirado y adulado. El vanidoso autoproclama sus atributos o aquellos que no posee, con un absoluto desprecio por las cualidades de los demás.

Es la vanidad una aptitud propia del ser humano, que bien podría ser motivada por resaltar dones que puedan cultivar en base al esfuerzo propio; pero que resulta problemática cuando resulta de la adulación de terceros o la autovaloración excesiva de algún atributo físico o intelectual o como resultado de alguna condición del ambiente social. Por ejemplo, tomemos un ejemplo común, la belleza física como un don natural de ser humano. El ser creado por Dios encierra en sí mismo una belleza espiritual, que es trastocada por la banalidad de la belleza de patrones de la estética comercial. Pero así mismo, puede ser un atributo intelectual que lleve a exacerbar logros que bien podrían ser de todo un equipo de trabajo interdisciplinario. Nada más petulante que un intelectual rodeado de la adulación. Genios de la ciencia o de las artes que abrumados por los halagos, caen embriagados en la vanidad. El poder, la autoridad, lo honores son en ocasiones compañeros extraños que pueden acechar a quienes sorprendidos en la gloria, sucumben ante quienes experimentados en eso de halagar, obtienen beneficios de quienes postrados a su ego, son víctimas de la vanidad.
Es la vanidad en ocasiones un asunto de una persona que, se asocia a terceros que adulan para obtener beneficios de quien, débil de carácter o conciencia en sí mismo, no es capaz de sobrevivir al halago incesante.
Esta condición sociocultural de la vanidad, es importante traerla a colación en tanto, el vanidoso se constituye en soberbio y arrogante. Es arrogante quien producto de su posición económica o inteligencia. Pero así mismo lo puede llegar a ser un Jefe de Estado o un gerente o alguna otra figura de social.

Pero, ¿Es también la vanidad un signo de inferioridad? Podría considerarse así, en tanto que se esconden debilidades con atributos. Esto es, ¿Es la belleza física una cualidad contraria a la inteligencia? Cualidades que para muchos serian contrarias y que una se contrapone a la otra.
a. Observemos que conductas son típicas en la personalidad vanidosa:

b. Solo aceptan su punto de vista u opiniones
c. Sensibles a la crítica u opiniones que le son adversas
d. Sobre estiman la opiniones de terceros sobre su comportamiento.
e. Les atrae sobre manera el reconocimiento y el halago

En resumen la vanidad, para el Psicólogo Alfred Adler, es una actitud que lleva a la personalidad vanidosa a buscar siempre el lado de beneficio personal a costa de las demás personas y achacar a los demás sus errores.
Quizás la vanidad, como se comentó al principio pudiese ser un comportamiento que motive en el individuo una actitud positiva, pero, la desfavorable baja estima que suele acompañar esta actitud bloquea cualquier sentimiento positivo que la persona tenga sobre sí mismo.

domingo, 14 de agosto de 2011

Solidarios, en la Gracia de Dios



Escrito a la margen del camino diario, expreso a viva voz que somos más que un tumulto de gente, somos afectos que compartimos para hacer que la vida dada, sea unidad en busca de la paz, la armonía y el amor.


Escrito que comparto también en mi blog Ethos y culturas, pues considero que hoy llamo la atención a encontrar senderos que más allá de dividirnos o igualarnos, nos invita a unirnos en el respeto a la diversidad de pensamientos, ideales y creencias, con la dignidad de quien es ciudadano de este planeta.


Siempre el camino andado, tiene tras de sí la posibilidad de llenarnos del vivir momentos aleccionadores que, en conjunción de otros y para otros, participamos de una causa justa. Ese sentimiento, que nos mantiene unidos a los afectos que dan sentido al valor de vivir en comunidad.

Es ese sentimiento que lleva consigo, sentir que una sonrisa, es el mayor agradecimiento, una palmada es la gratificación de quien, siente que formamos parte de una humanidad dinámica, activa, sementada en la fe, de quien recibe la vida, para expresar la Gracia, de que cada cosa que hacemos vale la pena hacerla, para bien de sí mismo y nuestros semejantes.

Seamos pocos en la ira, la furia, la intolerancia y la envidia. Somos más que eso; somos seres que nacemos gracia a el hermoso acto del alumbramiento a la vida como acto de fe, que la humanidad, por más que la fustiguemos, somos más que la fatalidad del fatalista, que aun a pesar de la vida, solo acata a ver el terrible momento del error.

Es sentir el amor que sientes por tu fe, por quien eres, por tus seres amados, y más aun por aquel que tiende su mano para que aferrarse a ella, cuando sentimos que estamos al borde de la nada. Es sentir que tu mano es asidero seguro para quien, siente que se lanza al vacio, Es esa oportunidad de sentir que somos parte de algo maravilloso, de vivir en este momento único.

Nada más propicio que la solidaridad para lograr fidelidad, comprensión, justicia, entre otros valores que refuerzan la dignidad de sentir que somos parte de un familia, de una comunidad con la cual tenemos lazos de amor, fraternidad e identidad, lazos que nos integran a eso que llamamos bio-humanidad.


La solidaridad es:
Una virtud, que se refleja en el servicio y el bien común, cuya finalidad, se refuerza en el discernimiento y la empatía, para aminorar las carencias espirituales y materiales de nuestros semejantes.

La solidaridad evita el individualismo, la egolatría, la envidia y el egoísmo. La solidaridad aminora el autoritarismo y el personalismo como signos de expresar relaciones entre instituciones y ciudadanos.


Es tan necesaria la solidaridad para fortalecer la conciencia de ser parte de la biodiversidad, en la que Gracias a Dios tenemos vida y la oportunidad hermosas de aprender a convivir en armonía consigo mismo. Es sentir que eres parte de de un todo, que se hace todo en tanto tu existes, para cumplir con humildad y dignidad, ese pedazo de historia que toca construir con fe y esperanza la vida que deseas vivir.